lunes, 13 de junio de 2011

El Proceso de producción de poesía y lo poético:





Lo poético en textos que no son poesías. Poesías que no son poéticas. Textos poéticos que son textos religiosos.





Volvemos al proceso de creación de poesía, que signaba lo que el lector debía considerar como poesía, o al menos, dónde buscarla.

En relación a los poemas, que es donde principalmente se la debiera encontrar, los signos externos se adscriben principalmente a la espacialización:

Si alguien mira palabras impresas en columnas flacas de distinto grosor, o esparcidas por la página con mucho de blanco entre medio, el observador inmediatamente es avisado que está en presencia de un poema.

En el pasado aquello era aún más drástico: esas flacas columnas hechas de palabras estaban formadas de filas que se iniciaban todas con Mayúscula, siguieran o no a un punto aparte o seguido. Afortunadamente aquello es cosa que ya se usa muy poco. (Lo de las mayúsculas al inicio de cada línea versal).

Las columnas flacas continúan en vigencia puesto que aún signan reposos, silencios, pausas, cambios de rumbo, sorpresas, aquellos pasos de una fila hacia otra.

Y es propio sólo de la poesía. Ningún otro discurso echaría mano de ese recurso. Imaginen un discurso científico, o un informe periodístico, o una charla leída sobre cualquier tema: esa forma de distribución del material escrito atentaría contra el buen entendimiento del mensaje que se pretende comunicar. En cambio al interior de un poema, es parte constitutiva importante del decir poético mismo; aunque ya sabemos, uno entre varios.






Así y todo, no siempre se usa en poesía esa forma de presentación, pues, la presentación en bloque, como en lo que se llama prosa, puede llegar a ser la forma más adecuada. Así y todo aquello no sería prosa. Voy a dar un solo ejemplo, en que la presentación en bloque de prosa, con párrafos espacializados de prosa, es parte esencial e importante del decir poético. Y que hasta ahora ha sido mal interpretado, o pasado por alto: La sección segunda de “Residencia en la tierra 1” está presentada en bloques de prosa: su espacialización es la de la prosa. Y esos textos son tan poemas como los de las otras secciones del mismo libro, y altamente poéticos, y parte esencial del libro en su conjunto.

Entonces en general, qué hace de un texto ser un poema, ser poesía: Si dejamos de lado, cosa que hemos estado haciendo, los enfoques platónicos, o idealistas en general, es el propio proceso de producción social de poesía, lo que indica cuándo algo es poesía y cuándo no lo es. El agente productor, y el consumidor al interior de ese proceso de producción, escriben y leen un texto como si fuera poesía. Y entonces lo es.

Lo cual conduce a situaciones paradójicas: No todo lo signado como poesía es poético. A veces simplemente es mala poesía. No logra atrapar lo poético. Y otras veces se encuentra que lo poético es atrapado en textos que no son poesía, que no están signados como poesía. Ejemplo: lo poético se puede encontrar también en textos literarios que son cuentos, o novelas, o teatro. Y hasta se lo puede encontrar en decires no literarios: “Veni, vidi, vici”; “O vivir con honor o morir con gloria, el que sea valiente que me siga”; “Nunca se ha arriado nuestra bandera ante el enemigo, y espero que ésta no sea la ocasión de hacerlo”; “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Él, y Él estaba en el Verbo. Este era el principio. Por Él fueron hechas todas las cosas, y sin Él nada de lo que ha sido, sería.”

Todos aquellos no fueron dichos como poesía, y todos son extremadamente poéticos.

Y en relación al último de los decires, ¿qué distingue la poesía, de un texto religioso que a la vez sea poético? Otra vez, una convención social: A la poesía no se la necesita creer para serlo. Desde este punto de vista, un texto religioso poético, para muchos puede ser simplemente poesía. Pero si se lo cree, si se agrega la convención de que es un texto revelado entonces adquirirá la característica de ser un texto religioso. NO una poesía que versa sobre lo religioso, sino un texto verdadero: palabra de Dios. Bueno, la poesía no es verdadera: no es necesario “creerla”, casi, todo lo contrario.





Pero en literatura, y la poesía es parte de ella, los poetas, usan de esa característica: escriben sus poemas como si fueran sobre la realidad de un modo directo. Como si la realidad y ese conjunto de palabras que es el poema fueran lo mismo. Como tratando de elevarle el pelo a su decir, y atrapar, y construir, un mundo imaginario, que fuera la realidad misma. Esto puede conducir a muchos equívocos, si se olvida que no es más que otro recurso literario.



domingo, 12 de junio de 2011

Algunos despistes sobre lo poético





Lo bello. El estilo. Sicologismo. La inspiración.

No siempre lo poético ha sido, como aquí se lo ha considerado. No hace mucho se lo establecía aún como sinónimo de lo bello. Y hasta hace muy poco, hubo grandes esfuerzos por detectar lo poético como una característica intrínseca del lenguaje mismo, o al menos de un subconjunto de éste. Y así por ejemplo existen muchos enfoques, que aún permanecen, que abordan lo poético desde el punto de vista del estilo, como algo que pertenece al estilo literario de un autor.

A partir de mediados del siglo XIX, con todas las nuevas escuelas que finalmente desembocaron en las vanguardias literarias de comienzos del siglo XX, se inició una nueva aproximación que tomó en cuenta la experiencia misma de los poetas, que estaban innovando en relación a una práctica de casi dos mil quinientos años de antigüedad.

De que lo poético sea lo bello, o de que se encuentre en el estilo del autor, ya finalmente estamos liberados: en las prácticas de las escuelas vanguardistas y post vanguardistas que escribieron poesía, al margen, y a veces en contra, de esos paradigmas aún no del todo superados: poesía como lo bello, y poesía como algo propio del lenguaje humano, pertenecen al pasado de la nostalgia.

Pero si lo poético proviene de un ente objetivo, que provoca una sensación producida por un conjunto de palabras que atrapan de un modo singular, ideas, sintaxis, ritmo, sonoridades, y espacialización y crean un todo que se autosoporta en esas mismas palabras y como si sólo en ellas, cuando esas palabras son re atrapadas por un lector; entonces, esto puede, pero no debe conducir, a considerar lo poético como algo sicológico cuya investigación estuviera en la sicología.

Por supuesto que la mayor fuente de confusiones se encuentra entre los aficionados y en el público en general: proviene de confundir el proceso de creación de un texto con el resultado de ese proceso, y radicar lo poético en la “inspiración” del autor; derivado de aquello el público en general y muchos aficionados, sino la mayoría, confunden autor con hablante, y así juran y perjuran que el poema y el autor son una y la misma cosa, y que dentro del poema se encuentran las vicisitudes de la inspiración del autor.

Desgraciadamente hay mucho especialista que no se distancia de aquello, y no analizan literariamente las obras, sino se dedican a investigar qué de la vida del autor subsiste en sus obras y tratan de hacer pasar aquello como análisis literario.





Técnica poética?




Si se han interesado en lo poético, entonces también debieran interesarse en las técnicas de la artesanía de lo poético. Pero aquello ya sería otra materia, relacionada sí, pero otra.



En espacialización: verían verso métrico, (y menores y mayores; y descubrirían que los mas usados en castellano son el octosílabo y el endecasílabo), y libre y blanco.; y en el verso métrico, canciones, liras, sonetos, villancicos, romances, odas, y otras así; y de estrofas o estancias de distinto tipo, cada cual con su nombre, etc., etc.



En ritmo: se hablaría de los ritmos trocaicos, dactílico, yámbico, anapéstico, antibráquico; y de rima y de encabalgamientos; y de diferencia entre sílabas sonoras, y sílabas rítmicas, acentos interiores y acento final, y sinalefa, sinéresis, y diéresis; cesuras, y otras cosas difíciles de retener, como por ejemplo: que el mejor medio para verificar el ritmo es la lectura en voz alta y la apreciación subjetiva de si se arma o no un ritmo adecuado al hacer entre manos; pero en general se estudiarían elementos relacionados con la acentuación, y las pausas.



En sonoridad: de anáforas, repeticiones, aliteraciones, y rimas finales e internas, de cacofonía, y de las relaciones entre ritmo y sonoridad, y de las sílabas tónicas y las átonas. Y en general, aquello relacionado con la repetición o no de sonidos, con fines ya sea solamente retóricos o funcionales al poema.



En imagen, de símil, imagen, metáfora, alegoría, símbolo, oxímoron, antítesis, sinonimia; y así de muchos otros conceptos designados con palabras de difícil pronunciación, y aún más difícil aprendizaje de qué es lo que significan, como el trío de: sinécdoque, metonimia y catacresis, como formas generales del lenguaje hablado. Pero en general refieren la manera de decir algo de modo indirecto y velado. (Y por tanto irían desde el decir directo, al popular, al común y corriente, al culto, al pomposo, al irónico, al mordaz, al slang, y decenas de otros.)



Y en sintaxis, (además de aprender toda la sintaxis de la lengua en cuestión), hablarían de formas apostróficas y otras, del orden directo de la construcción gramatical, y de las forma hiperbatonizadas, de afirmación, interrogación, subordinación, y cosas por el estilo, de onomatopeyas, slang, jitanjáforas, balbuceo, y muchas otras necesarias de conocer; y de signo, significado y significación; y de la diferencia entre poesía como canto, y poesía como habla, y del tono en que se emite el discurso en sus distintos momentos, y de por qué es distinto en castellano anteponer que post poner un adjetivo; y entenderían que la sintaxis se puede dislocar, dentro de lo normal, con fines ornamentales, o se la puede dislocar, e ir mucho más allá de la normalidad, con fines funcionales a las exigencias de lo poético, o conservar la normalidad en exigencia de los mismos fines. Y por supuesto que tratarían el tema de enunciar desde un yo encubierto u oculto, y lírico, u otro épico, o desde una posición despersonalizada, o desde un tú, o un él, o varios, y hablar en presente, o en pasado, o en futuro, o en una mezcla abigarrada, sin olvidar el hablar en monólogo interior. Y estudiarían a qué resultados conduce el dar preferencia a las formas verbales, o a las puramente nominales, o a las adjetivas, y cuál es el papel de usar o no los nexos y la cláusulas subordinadas.



Y desde el proceso social de producción de poesía: estudiarían lo que se ha dado en llamar intertextualidad e intratextualidad.



Todo un gigantesco aparataje, que la mayoría de los poetas usa, sin saber el nombre de lo que está usando, pero que es el pan de cada día de los analistas literarios. A veces, no siempre, saber mucho de todo aquello ni siquiera conduce a buenos análisis literarios, y por supuesto, que no a escribir, sine qua non, buenos poemas.


Forma externa y forma interna de un poema:





Es posible derivar algo importante precisamente de lo que es lo poético en poesía:

Se llega a un resultado que es simultáneamente doble:

de una parte una entidad que puede y debe ser evaluada desde el punto de vista de la formación de ese todo que armoniza de manera peculiar y única, el decir, la sintaxis, el ritmo, las sonoridades y la espacialización, (casi con independencia de lo dicho),

y de otra parte ese decir mismo formado de aquella manera tan exigente y peculiar sólo del decir poético.

Acentuar lo primero, en análisis, es percibir la forma externa, y si lo segundo, la forma interna, (en la terminología de Dámaso Alonso).

Los analistas literarios casi se dedican exclusivamente a lo primero. Los buenos analistas literarios: a ambos.

Lo primero es sencillo, dentro de lo complicado que es; puesto que es lo que está allí en la superficie de ese conjunto de palabras. Lo segundo es complicado, dentro de los simple que es: puesto que esto segundo, monta a descubrir la visión de mundo desde la cual se está enunciando el poema, (no la visión del mundo del autor, sino la del hablante poético), y que está como detrás, como debajo, del conjunto de palabras usados.


Armonización entre los ingredientes de lo poético




No perder de vista lo siguiente: en esa armonización del decir (las ideas construidas a través de imágenes concretas), con la sintaxis, el ritmo, las sonoridades, la espacialización, y la estructuración del todo, los poetas, si bien no dejan nada fuera, pueden y lo hacen, enfatizar algunos elementos por sobre otros.

(Y ese decir, esas ideas que juegan su papel a través de imágenes concretas, se presentan dependiendo de cada autor, lo que ciertamente complica el hablar sobre el tema, dada la sutileza de lo que son o no son las imágenes como categoría general, altamente influidas y desarrolladas por lo que cada poeta entiende que es su manera de atrapar y fabricar imágenes verbales)

Entonces, por ejemplo, Gonzalo Rojas es reconocidamente un maestro en el uso de la sintaxis con fines poéticos. (Pero ciertamente no sólo de ello).

Góngora, en el Polifemo, un eximio insuperable en el uso de las imágenes; y, como usa forma métrica y rimada, un experto en la espacialización particular de la sintaxis para acomodar sus imágenes, el ritmo y las sonoridades de su poema. Lo que dio origen a un inmensamente atractivo y bello poema, por donde se lo mire, pero de muy difícil lectura para su entendimiento completo, a menos que lo lean ayudado desde la exégesis de Dámaso Alonso, porque las imágenes que usa Góngora son en preferencia: metáforas.

San Juan de la Cruz, es un ejemplo, en “Cántico espiritual”, de todo lo que es lo poético, usado de manera simultánea para un poema que se valida tanto cómo de amor, pura y simplemente, y cómo de simbolización del amor divino en un plano místico. En un decir tan simple y puro, que casi no se nota la enorme maestría poética del resultado. Pero lean la primera versión que es la auténtica obra maestra que es, que la segunda, la cual San Juan de la Cruz, reordenó, y agregó una estrofa, por exigencias externas al decir poético, y disminuyó fuertemente la calidad del resultado. (Si lo hizo, impulsado por autocensura, o por censura externa, no se lo sabe, ni importa: pero lo hizo: se subordinó a la exigencia de la moral de su religión, y noten: solo fue el orden de las estrofas las que modificó, sólo: La espacialización de su texto).

Walt Whitman, en “Hojas de hierva”, el casi insuperable iniciador de la espacialización libre.

Para un ejemplo de enorme maestría sobre una espacialización compleja de soporte y atrapamiento al decir poético: lean el libro: “La generación de las palomas” de Astrid Fugellie.

Si quieren un libro de estructuración global maestra, muy poco comprendido en muchos aspectos fundamentales, hasta nuestros días, que usa de modo insuperable el decir simbólico, las sintaxis subordinada a ese decir, el ritmo y las sonoridades soportando la totalidad, y una espacialización compleja, apoyada en la distribución de los textos y su grafía, entonces lean, como si fuera un solo poema, que lo es: “Residencia en la tierra”.

Un ejemplo donde el decir se lleva la parte del león, que provocó toda una renovación de nuestra poesía, y ha impactado en la poesía en otras lenguas: “Poemas y antipoemas” de Nicanor Parra.

Un poema, donde las sonoridades, el ritmo, la simbolización y la subordinación de la sintaxis a aquellos: El magistral “Nocturno”, (creo que el tercero), de José Asunción Silva.

Un poema donde el ritmo y las sonoridades es lo fundamental: la “Marcha triunfal” de Rubén Darío.

Y así se podría continuar con decenas de ejemplos.




Se sabe qué es lo que es necesario armonizar: pero cada poeta lo hace a su manera. No hay ley general.

SUGERENCIAS DE LECTURAS






¿Qué es lo fundamental para entender poesía, y para escribir poesía? El único consejo válido, es leer, leer y leer, poesía.

En adelante: sugerencias.

Aquí se presenta un listado no del todo ordenado e incompleto de lecturas necesarias, pero servirán como primera aproximación:

Es necesario leer desde la Ilíada y la Biblia, pasando por los clásicos españoles: Garcilaso de la Vega, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Lope de Vega, Luis de Góngora, Francisco de Quevedo y de cuanto texto echar mano, sin menospreciar esos antiguos: Safo, Catulo, y el medieval Francois Villon.





Y ahora que hay buenas traducciones, leer a Walt Whitman, a Fernando Pessoa, a Ezra Pound, a T. S. Eliot, a Constantino Kavafis, a Rainer María Rilke, a Paul Celan, a Paul Valéry. Y ejemplos de poesía árabe, india, china, japonesa y otras.

La lista es interminable: Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, Nicanor Parra, Gonzalo Rojas, Raúl Zurita; Rubén Darío, César Vallejo, Nicolás Guillén, Oliverio Girondo, Octavio Paz, Ernesto Cardenal, José Emilio Pacheco; Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio Machado, Federico García Lorca, Miguel Hernández, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, Pedro Salinas, Luis Cernuda, Juan Ramón Jiménez, Pere Gimferrer y tantos otros que sería interminable mencionarlos a todos.

Sin dejar de lado a Charles Baudelaire, y Arthur Rimbaud. Agregando a Paul Eluard, Jacques Prévert, y Cesare Pavese.





Y, por supuesto, conseguir poesía popular antigua y desde allí continuar hasta la actual.





Y ojo, leer también malos poemas, para lo cual las antologías exhaustivas son un buen lugar desde donde conseguirlos, y así poder comparar con los buenos, (lo que cada cual considere malos y buenos, pero lo importante es razonar los por qué, las razones por las cuales asignan las valoraciones, o no avanzarán.).





Y sin pasar por alto, la poesía que se está escribiendo en el presente mismo: los poetas nacidos en la década del 40 y/o 50 hacia delante: Oscar Hahn, Hernán Lavín Cerda, José Ángel Cuevas, Gonzalo Millán, Juan Cameron, Astrid Fugellie, Diego Maquieira, Tomás Harris, Clemente Riedemann, Andrés Morales, Armando Roa Vial, José María Memet, llegando a los nacidos en el 70-90: Germán Carrasco, Javier Bello, Héctor Hernández Montecinos, Pablo Paredes, Diego Ramírez Gajardo y Paula Ilabaca; y también: Alejandra del Río, Lila Díaz, y Damsi Figueroa, y (Ya notan: ésta es una ayuda, para una charla, dada por un chileno).

Sin olvidar a Jorge Cáceres, Escilda Greve, Hugo Goldsack, Rolando Cárdenas, Efraín Barquero, José Miguel Ibáñez Langlois, David Turkeltaub, Sergio Macías, Federico Schopf, Waldo Rojas, Omar Lara, Floridor Pérez, Jaime Quezada, Manuel Silva Acevedo, Claudio Bertoni, Paz Molina, Cecilia Vicuña, Pablo Cassi, Heddy Navarro Harris, Teresa Calderón, Lila Calderón, y Elicura Chihauilaf.

Y de entre los otros poetas chilenos: agreguen a: Pablo de Rokha, Humberto Díaz Casanueva, Enrique Lihn, Jorge Teillier, Eduardo Anguita, Violeta Parra, Carlos de Rokha, Mahfud Massis, Miguel Arteche, David Rosenmann Taub, Alberto Rubio, Alfonso Alcalde, Armando Uribe Arce, Stella Díaz Varín, Rosa Cruchaga de Walker, Pedro Lastra, Juan Luis Martínez, Carmen Berenguer, Elvira Hernández y Verónica Zondek. Y bueno sería que leyeran también a Teresa Wilms Montt, a Winétt de Rokha; y a Rosamel del Valle, Juvencio Valle, Roque Esteban Scarpa, Braulio Arenas, y Gustavo Osorio.






Y si se desean títulos, no es posible dejar de lado “Residencia en la tierra”, “Altazor”, “Tala”, “Espadas como labios” “Alturas de Macchu Picchu”, “Piedra de sol”, “Poemas y antipoemas”, “Ciudad”, “Los sea harrier”, “Anteparaíso”, “Los círculos”, “Cántico espiritual”, “Fábula de Polifemo y Galatea”, “Hojas de hierva”, “Una temporada en el infierno”, “Las elegía del Duino”, “Lluvia oblicua”, “Tierra baldía”, “El cementerio marino”, “La nube en pantalones”, “Aullido”, “El cantar de los cantares”, “Coplas a la muerte de su padre” “Requiem”, “Venus en el pudridero”, “El pájaro Dunga”, las “Nanas de la cebolla”, y la “Ilíada” que allá se inició la cosa. (Entre tantos otros que sólo la falta de espacio deja fuera. Y no quiero hacerlo para con otros cinco, y por tanto los menciono: “Epopeya de la comidas y bebidas de Chile”, “Huerfanías, “Lobos y corderas”, “Purgatorio” y “La nueva novela”). Y no estaría nada de mal, que hojearan “La Araucana” de Don Alonso de Ercilla y Zúñiga; y al “Martín Fierro”.

Y es necesario agregar, el “Tao te king”, el “Bhagavad gita”, y “Las mil noches y una noche” en la versión de Blasco Ibáñez, que dicen que es afrancesada y no muy fiel al original: No importa, es la más bella de las disponibles en castellano. Así como la Biblia leerla en la versión más antigua de Nácar y Colunga. (El Tao te king en la versión de Gastón Soublette: . Y el Bhagavad gita es posible que los creyentes de Krishna aun lo repartan por allá por Alameda con República que es donde lo obtuve).





(No sé nada de árabe, ni de chino, ni de sáncrito, ni de alemán, ni de griego, ni de hebreo, es decir, apenas un poco de Castellano: así que si he sugerido alguna traducción, en ningún caso el criterio ha sido su cercanía al original, criterio de lo más absurdo en poesía, sino su atractivo en castellano de entre las alternativas disponibles que he llegado a conocer).






Una lista como la sugerida es completamente arbitraria, y se basa exclusivamente en el gusto del seleccionador, y su reducida experiencia. (Aún así, se han quedado fuera muchos que recomendaría leer). Y, sean amables con el charlista: envíen sugerencias: textos, y autores: se estará agradecido.

Por ejemplo: se quedaban fuera, “Epigramas” y “Hora Cero” de Ernesto Cardenal, y, aquí una antología: José Emilio Pacheco: “La fábula del tiempo”. Y Alejandra Pizarnik! Y Emily Dickinson!. Y Charles Bukowski! Y un español que se me olvida el nombre y cuando lo recuerde, lo comunico: Me acordé: Leopoldo María Panero.

Agreguen: “Canción de amor y muerte del portaestandarte Cristóbal Rilke”.

Si leen, vuestros hijos se entusiasmarán. Pero hay una edad para cada tipo de poesía. Ciertas poesías son para los bebes; otras, para los niños; y otras, para los adolescentes. De ahí en adelante: todo al saco. (Y, por favor, consideren los nombres como políticamente correctos, es decir, incorporando a todos los géneros).

Y como lo poético, es la base de la literatura en general: La mínima minimorum sugerencia: Los cuentos de Borges; “Pedro Páramo” de Juan Rulfo; “Los cien años de soledad”; “Bodas de Sangre” y “Yerma” de Federico García Lorca; Y lean a Augusto Monterroso; Y al menos “Por el camino de Swann” de “En busca de el tiempo perdido” de Marcel Proust. Y a las chilenas María Luisa Bombal, y Diamela Eltit.

Un buen ejercicio puede ser: escuchar canciones “pop” y ver qué hay de poético en ellas. Y distinguir cuándo, en lo poético, son un desastre, y se salvan sólo por la música. (O fracasan en todo).





Recuerden, el gusto es algo que se educa. Si así no fuera, aún estaríamos comiendo carne cruda a mordiscos. Aprovechemos las posibilidades que nos entrega el propio desarrollo de la sociedad humana. Si hasta contamos, ahora, con el Biblio Metro, y la Internet. ¡Úsenlos! (Recomiendo que se asocien a: “El puerto de las letras” en Facebook.)

Una sugerencia: un libro de poemas, con un poema flaco, hace flaquear a todo el libro. Y un poema con un verso malo: sucumbe al poema completo.





Y, apoyándonos en las palabras de Proust, sobre el escritor y la escritura: un poeta debe tratar a su poema del siguiente modo:

Soportarlo como una fatiga                    la sintaxis

aceptarlo como una regla                       ideas bajo forma de imágenes concretas

construirlo como una iglesia                   las sonoridades

seguirlo como un régimen                      el ritmo

vencerlo como un obstáculo                   la espacialización

conquistarlo como una amistad              el todo integrado y armonizador

Y el lector debe hacer lo mismo.
(A la izquierda, son las palabras de Proust sobre la escritura).








 Las personas creen que como poesía está en palabras, y todos sabemos el idioma propio, entonces es muy fácil leer o escribir poesía. Pero en realidad es como un caballo chúcaro: si no aprendemos a cabalgar, iremos rápidamente al suelo. Ah, pero después… hasta saltaremos vallas.





BIBLIOGRAFÍA MÍNIMA Y NOTAS








Bibliografía:

A modo de la más estricta y corta ayuda bibliográfica:

1.- Paul Valéry: “A propósito de El cementerio marino”. (Versión de Miguel Rodríguez Puga). en “Paul Valéry. El cementerio marino”. Poesía Mayor. Editorial Leviatán. Buenos Aires. 1997. (Página 49 adelante).

2.- J. O Cofré: “Filosofía del arte y la literatura”. Fondecyt / Universidad Austral de Chile. 1991. Primera edición.

3.- Dámaso Alonso: “Poesía española: Ensayo de métodos y límites estilísticos”. Biblioteca Románica Hispánica. Editorial Gredos. Madrid. 1950.






Notas:

(no señaladas en los textos).





a) Aconsejo las siguientes versiones de algunos libros:

- La “Ilíada”: desde “Homero. Ilíada” Traducción de Luis Segalá Estalella. Colección Austral. Espasa Calpe. Vigésima cuarta edición. Madrid. 1996.

- “El cementerio marino”. Leer la versión del autor de esta charla.

- “Elegías del Duino”: En “Elegías del Duino y otros poemas” Rainer María Rilke. Traducción de Otto Dörr Zegers. Edición bilingüe. Editorial Universitaria. Santiago de Chile. 2000. Primera edición.

- Kavafis: Obra poética completa de Constantino Kavafis en : “Kavafis íntegro” de Miguel Castillo Didier. (Traducción y comentario). Quid Ediciones. Santiago. 2003. Segunda edición. (Y los mejores poemas pareciera que hubieran sido escritos originalmente en castellano).

- “Lluvia oblicua”: Fernando Pessoa. En “Fernando Pessoa. Poemas.” Selección, traducción y prólogo de Marcelo Cohen. Editorial Losada. Primera edición 1997. Donde se pueden encontrar poemas de Fernando Pessoa, Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Álvaro de Campos. (Los principales heterónimos de Pessoa). (Y ni se nota que no sean poemas originalmente en castellano).

-. “Aullido”: Allen Ginsberg. Léanlo en la versión de Fernando Alegría, que pueden conseguir en la Biblioteca Nacional. (Cuando en la escuela de economía, en el cuarteto Lektros lo presentamos, desde allí fue obtenida).

-. “La nube en pantalones”: Vladimir Mayakowski. La leí en una versión privada de Leonardo Navarro, en mi época de estudiante de economía en la Universidad de Chile. No he podido conseguir una mejor versión. Y de la de Leonardo Navarro, no sé dónde pueda estar. Así que: Colección Visor de Poesía. Vladimir Mayakowski. “Poemas 1913-1916”. Segunda edición, 1993. Madrid.

- “Tao te king”: en “Libro del Tao y de su virtud” Lao Tse. Versión castellana y comentarios de Gastón Soublette. Editorial Cuatro Vientos. Santiago. 1990.

-. “Canción de amor y muerte del portaestandarte Cristóbal Rilke”: Rainer María Rilke. Traducción de Regina Vogt. Editorial Semejanza. Colección Espejo Negro. Chile. 1999. Con prólogo de Miguel Arteche. El mérito: pareciera como si escrito originalmente en castellano.

-. Epopeya de las comidas y bebidas de Chile. (Parte de “Carta magna del continente”). Pablo de Rokha. En: Pablo de Rokha “Nueva Antología”. Selección y prólogo: Naín Nómez. Editorial Sinfronteras. Santiago Chile. 1987.

-. La obra poética de San Juan de la Cruz: “Poesía Completa” Edición preparada por Miguel de Santiago. Grandes autores. Libros Río Nuevo. Ediciones 29. Barcelona. 1989.

-. José Emilio Pacheco: “La fábula del tiempo”. Antología. Selección, prólogo y bibliografía de Jorge Fernández Granados. Editorial Era. México. 2005. Primera reimpresión. 2005.

- “Altazor”: Vicente Huidobro. Consigan la versión facsimilar de Editorial Universitaria, con Prólogo de Oscar Hahn. Editorial Universitaria. Santiago. 1993. Aconsejo leer el prólogo, y el poema completo.






Otras notas:



b) La Jarchas mostradas fueron obtenidas desde un trabajo de Dámaso Alonso. La versión al castellano moderno es del autor de esta charla.

c) Los “VERSOS POR EL PADECIMIENTO”

(En arreglo desde versión de Pino)

que se iniciaba con:

“Bello madero sangriento”

fueron presentados en arreglo por el autor de esta charla.

d) La receta para un arroz griego, en forma de cuarteta y seguidillas, (es decir en forma de cueca chilena) es del autor de esta charla.

e) La estrofa quinta de “El cementerio marino” está citada en la versión castellana del autor de esta charla.













Recordatorio sobre qué es lo poético:



 
Entonces recuerden: lo poético surge de un conjunto de palabras que se ha organizado como un todo que surge del tratamiento armónico en integrado de: ideas (bajo formas de imágenes concretas, es decir, decires indirectos), sintaxis, ritmo, sonoridades y espacialización adecuados; y pasa a ser una propiedad objetiva de ese conjunto de palabras, cuyo decir, y la forma de decirlo se unen de tal modo, que se hacen inextricables el uno del otro; y que un lector trata de atrapar y reproducir en su lectura.

Son decires que en la actividad social de la poesía, en occidente, tienen ya una antigüedad de casi tres mil años, con ejemplos conocidos y vigentes.

 29-de octubre, 13 de noviembre, de 2010; 12-junio-2011

Fernando Reyes Franzani.