domingo, 12 de junio de 2011

Armonización entre los ingredientes de lo poético




No perder de vista lo siguiente: en esa armonización del decir (las ideas construidas a través de imágenes concretas), con la sintaxis, el ritmo, las sonoridades, la espacialización, y la estructuración del todo, los poetas, si bien no dejan nada fuera, pueden y lo hacen, enfatizar algunos elementos por sobre otros.

(Y ese decir, esas ideas que juegan su papel a través de imágenes concretas, se presentan dependiendo de cada autor, lo que ciertamente complica el hablar sobre el tema, dada la sutileza de lo que son o no son las imágenes como categoría general, altamente influidas y desarrolladas por lo que cada poeta entiende que es su manera de atrapar y fabricar imágenes verbales)

Entonces, por ejemplo, Gonzalo Rojas es reconocidamente un maestro en el uso de la sintaxis con fines poéticos. (Pero ciertamente no sólo de ello).

Góngora, en el Polifemo, un eximio insuperable en el uso de las imágenes; y, como usa forma métrica y rimada, un experto en la espacialización particular de la sintaxis para acomodar sus imágenes, el ritmo y las sonoridades de su poema. Lo que dio origen a un inmensamente atractivo y bello poema, por donde se lo mire, pero de muy difícil lectura para su entendimiento completo, a menos que lo lean ayudado desde la exégesis de Dámaso Alonso, porque las imágenes que usa Góngora son en preferencia: metáforas.

San Juan de la Cruz, es un ejemplo, en “Cántico espiritual”, de todo lo que es lo poético, usado de manera simultánea para un poema que se valida tanto cómo de amor, pura y simplemente, y cómo de simbolización del amor divino en un plano místico. En un decir tan simple y puro, que casi no se nota la enorme maestría poética del resultado. Pero lean la primera versión que es la auténtica obra maestra que es, que la segunda, la cual San Juan de la Cruz, reordenó, y agregó una estrofa, por exigencias externas al decir poético, y disminuyó fuertemente la calidad del resultado. (Si lo hizo, impulsado por autocensura, o por censura externa, no se lo sabe, ni importa: pero lo hizo: se subordinó a la exigencia de la moral de su religión, y noten: solo fue el orden de las estrofas las que modificó, sólo: La espacialización de su texto).

Walt Whitman, en “Hojas de hierva”, el casi insuperable iniciador de la espacialización libre.

Para un ejemplo de enorme maestría sobre una espacialización compleja de soporte y atrapamiento al decir poético: lean el libro: “La generación de las palomas” de Astrid Fugellie.

Si quieren un libro de estructuración global maestra, muy poco comprendido en muchos aspectos fundamentales, hasta nuestros días, que usa de modo insuperable el decir simbólico, las sintaxis subordinada a ese decir, el ritmo y las sonoridades soportando la totalidad, y una espacialización compleja, apoyada en la distribución de los textos y su grafía, entonces lean, como si fuera un solo poema, que lo es: “Residencia en la tierra”.

Un ejemplo donde el decir se lleva la parte del león, que provocó toda una renovación de nuestra poesía, y ha impactado en la poesía en otras lenguas: “Poemas y antipoemas” de Nicanor Parra.

Un poema, donde las sonoridades, el ritmo, la simbolización y la subordinación de la sintaxis a aquellos: El magistral “Nocturno”, (creo que el tercero), de José Asunción Silva.

Un poema donde el ritmo y las sonoridades es lo fundamental: la “Marcha triunfal” de Rubén Darío.

Y así se podría continuar con decenas de ejemplos.




Se sabe qué es lo que es necesario armonizar: pero cada poeta lo hace a su manera. No hay ley general.

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